Beneficios de la actividad física para la tercera edad

Para las personas de la tercera edad, el ejercicio físico aporta una serie de beneficios que es necesario conocer para ser conscientes de la importancia que va a tener la actividad física en este sector de la población.

Una vez se alcanza esta etapa de la vida, muchas personas pasan a un estilo de vida más sedentario, muchas veces propiciado por la aparición de diferentes dolencias o problemas de salud.

Sin embargo, la inactividad y el sedentarismo son dos de los peores enemigos durante la etapa de la tercera edad, ya que favorecen la aparición de otros problemas, o agravan otros ya existentes y que son habituales en las personas mayores.

Actualmente, la esperanza de vida en España es, según datos del INE, de 81 años para los hombres y de 86 años para las mujeres; lo cual supone un período de años muy amplio desde que se alcanza la tercera edad.

El cambio de mentalidad en la sociedad hacia estilos de vida más saludables hace que las personas de la tercera edad se animen a realizar ejercicio físico, algo que debe ser aprovechado por los entrenadores personales

No olvidemos que estas personas pueden suponer un nicho importante de mercado para estos profesionales y, por lo tanto, deben conocer las pautas de los entrenamientos específica para ellas.

Por estos, y otros motivos, es importante conocer los beneficios del ejercicio en la tercera edad, para que de esta forma se pueda contar con un estado de vida saludable durante estos años tan importantes libres de cargas laborales y familiares.

¿Por qué es importante el deporte en la tercera edad?

Nuestro cuerpo se encuentra en un proceso constante de envejecimiento desde el momento en que nacemos.

Desde el nacimiento hasta alcanzar la edad adulta, el organismo evoluciona de manera que aumenta sus capacidades (mejora de la fuerza, de la musculatura, de la capacidad cardiorrespiratoria…)

Sin embargo, llega un momento en el cual, en lugar de avanzar y mejorar, el organismo empieza a deteriorarse y a perder facultades, a producir menos cantidad de hormonas, a perder agilidad, reflejos y movilidad articular…

Esto es algo inevitable y totalmente natural, sin embargo, el hecho de realizar ejercicio en la tercera edad va a permitir que muchos de estos procesos se ralenticen, permitiendo contar con una mejor calidad de vida.

Procesos degenerativos propios de la tercera edad

Vamos a ver, de manera resumida, cuáles son estos procesos degenerativos y de que forma la actividad física puede ayudar a ralentizarlos en una persona de la tercera edad.

Pérdida de la capacidad cardiorrespiratoria

El envejecimiento afecta a todas las zonas del organismo, y ello supone que todos aquellos elementos implicados en el transporte de oxígeno hasta las células se van a ir deteriorando poco a poco.

Como consecuencia de ello, la capacidad aeróbica máxima (VO2máx) se va a ver reducida. De manera general, el VO2máx se reduce un 1% anual entre los 25 y los 65 años de edad.

Esto quiere decir que una persona de 60 años va a tener más dificultades a la hora de realizar un determinado esfuerzo que otra de 28.

Por otra parte, también se produce una reducción del gasto cardíaco máximo de un 1% anual entre los 35 y los 65 años, y que contribuye notablemente a la disminución de la potencia aeróbica [1].

Tampoco debemos olvidar que la frecuencia cardiaca máxima se reduce con la edad, y que esta reducción es de 1 ppm al año.

También se observa un aumento de la tensión arterial, tanto en reposo como al realizar ejercicio; lo que va a aumentar el gasto cardíaco y las necesidades de oxígeno.

Los músculos respiratorios se van a debilitar, va a aumentar la rigidez de la pared torácica, y las vías aéreas más pequeñas se van a cerrar. La consecuencia de todo ello es la aparición de una fatiga precoz cuando se realiza ejercicio de cierta intensidad.

A todo esto, se le debe sumar la probabilidad de padecer algún tipo de insuficiencia cardíaca o arterial, algo frecuente en estas edades. Esto hará que la capacidad aeróbica sea aún más reducida.

Reducción de la fuerza muscular

Conforme nos vamos acercando a la tercera edad, nuestras fibras musculares sufren cambios que harán que el músculo pierda parte de su capacidad de trabajo.

Este cambio es muy notable en las fibras musculares de tipo II, las cuales sufren una reducción de entre el 25 y el 50% en su tamaño y en sus células. Estas fibras se encuentran en gran cantidad en la espalda y en los muslos.

Esta reducción de fibras tipo II en tronco y miembros inferiores se ve favorecida ante la inactividad y la falta de ejercicio físico.

Esta va a ser una de las causas de la pérdida de fuerza muscular, la cual disminuye un tercio aproximadamente entre los 50 y los 70 años.

Otro factor no menos importante es la pérdida de masa mineral ósea, la cual alcanza el máximo a los 25 años, y permanece más o menos estable hasta los 50, momento en el cual empieza a disminuir, y que se produce de manera muy notable en las mujeres que han pasado la menopausia.

Por ello es importante seguir una dieta equilibrada, en la cual se asegure un suministro adecuado de calcio para los huesos.

Reducción de la flexibilidad

Conforme envejecemos vamos perdiendo amplitud de nuestros movimientos articulares. Esta reducción es muy notable en la columna vertebral, la cual ve limitada su extensión a casi la mitad entre los 20 y los 70 años.

En cuanto a la flexibilidad muscular, la pérdida es más notable en los miembros inferiores que en los superiores. Por ejemplo, los isquiotibiales pierden un 14% de su flexibilidad cada 10 años [2].

Otros elementos que van a empezar a volverse más rígidos con la llegada de la tercera edad son los tendonesligamentoscápsulas articulares y fascias; lo cual va a contribuir a limitar los movimientos.

De manera general, la flexibilidad disminuye entre un 20 y un 50% entre los 30 y los 70 años, y es algo que va a afectar a las acciones cotidianas del día a día, y que aumenta las posibilidades de sufrir una caída.

Beneficios del ejercicio para la tercera edad

Hasta ahora hemos visto algunas de las cosas que ocurren en el organismo humano conforme envejecemos. Se trata, como hemos dicho, de procesos normales y naturales.

Sin embargo, el hecho de permanecer inactivos va a ser como dejar la puerta abierta a que estos procesos tengan lugar libremente y a una velocidad elevada.

Realizar ejercicio físico en la tercera edad va a suponer hacer frente a estos procesos y, con ello, disfruta de una mejor calidad de vida y contar con mayor capacidad de autosuficiencia para las acciones del día a día.

Los beneficios del ejercicio en la tercera edad, van a estar relacionados con las adaptaciones fisiológicas al entrenamiento que se van a producir como consecuencia de realizar una actividad física de manera regular. Estas adaptaciones son las siguientes:

Mejora de la capacidad funcional aeróbica

Realizar ejercicio en la tercera edad mejora la capacidad de extraer el oxígeno de la sangre y la capacidad oxidativa de las mitocondrias.

Diferentes estudios han comprobado como las personas mayores pueden mejorar su VO2máx de manera notable siguiendo planes de entrenamiento de entre 6 y 12 meses.

Por lo tanto, la actividad física regular puede retrasar el momento en el cual una persona anciana se vuelve dependiente.

Para que se produzcan estos beneficios en las personas de la tercera edad, basta con entrenar a una intensidad de entre el 40 y el 60% de la FCmáx, aunque es cierto que los entrenamientos alrededor del 70% de la FCmáx producen mayores adaptaciones.

Estos entrenamientos también permiten aumentar el tamaño de los depósitos de glucógeno musculares.

Otras adaptaciones que se producen son el aumento del volumen sistólico máximo y del gasto cardíaco. Esto supone un incremento del volumen del ventrículo izquierdo al final de la diástole, un aumento de la fracción de eyección, y una mejora de la contractilidad cardíaca.

Mantener un estilo de vida activo desde la juventud va a permitir que, una vez llegada la tercera edad, se produzca un descenso menor del VO2máx.

Por otra parte, el entrenamiento aeróbico de moderada a elevada intensidad permite frenar el deterioro funcional respiratorio en reposo [3]. Esto hará que la capacidad respiratoria se mantenga en buen estado durante más años.

Al igual que ocurre en jóvenes, en las personas de la tercera edad se va a producir un aumento del volumen sanguíneo como consecuencia de las adaptaciones al ejercicio físico regular, así como una mejora de la elasticidad vascular; lo cual va a mejorar la capacidad cardiaca.

Espero que hayas disfrutado con la lectura

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